Como
si no tuviera bastante con el regreso de los relojes Casio, las
reposiciones de MacGyver
y los anuncios protagonizados por nostálgicos del casete
y las hombreras, ahora va Dandochepazos y se suma al insoportable
revival
ochentero
que me atormenta día y noche.
Me
lo encuentro ojeroso y despeinado, rodeado de paquetes de Risketos
vacíos. Está en su habitación favorita, donde el rodillo convive
con cómics, revistas de ciclismo, videoconsolas y una cesta para la
ropa sucia, en un batiburrillo bastante poco elegante.
-¡Mira
lo que he encontrado en Youtube! ¡Los videos de la victoria de
Álvaro Pino en la Vuelta de 1986! -me dice todo exaltado, para
mostrarme a continuación en el ordenador unas imágenes descoloridas
en las que se puede ver a unos ciclistas con calapiés y viseras.
Aquello tiene algo de fantasmagórico, es como verse transportado de
repente a la España de Naranjito
y del Un, Dos, Tres.
Tanta tontería con los ochenta puede acabar reblandeciendo
los sesos a más de uno. (foto: productwiki.com)
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Mientras
observo las evoluciones de los Pino, Fignon y Millar de turno por
esas carreteras de Dios, mi visión periférica detecta algo
preocupante: un interminable listado de videos sobre aquella Vuelta
acecha, amenazante, en el lado derecho de la pantalla. Me temo lo
peor.
-
Álvaro Pino fue mi primer ídolo del ciclismo- me confiesa en
tono solemne.
-
Pues me parece muy bien- le respondo, al tiempo que mis
engranajes mentales trabajan a marchas forzadas en busca de una
salida a aquella encerrona.
A
estas alturas, parece claro que este elemento quiere embarcarme en un
videomaratón de nostalgia ciclista, en una especie de 'Cine de
Barrio' deportivo en el que un locutor de TVE con voz ceremoniosa
hace las veces de José Manuel Parada o de Carmen Sevilla.
El
puntero del ratón comienza a desplazarse peligrosamente hacia el
segundo título de la lista, y a mí no se me ocurre ninguna excusa
que pueda salvarme del castigo que me aguarda sin herir los
sentimientos de mi susceptible camarada.
-
En mi cuarto tenía un póster en el que aparecía pletórico: de pié
sobre la bici, con el maillot del Zor-BH y una cinta en la cabeza-,
me comenta, mientras activa el enlace de la etapa de Lagos de
Covadonga de aquella remota edición de la Vuelta.
Reparo
en ese momento en la cabellera abundante y lustrosa que lucía el
exdirector de Kelme y actual comentarista de Onda Cero. Nada hacía
presagiar entonces que, de allí a unos años, el bueno de Pino
pasaría a engrosar, junto a otros ilustres ciudadanos como Kiko
Matamoros, Paquirrín o Cristóbal Montoro, la lista de grandes
personajes españoles afectados por el zarpazo de la alopecia.
Los
vídeos se suceden y, producto del aburrimiento, caigo en una especie
de letargo. Me invade la desgana e, indolente, me dejo arrastrar
por una eterna secuencia de resúmenes de la ronda española. Ya ni
siquiera me esfuerzo en buscar un pretexto que me saque de aquella
hipnótica trampa.
Un
buen rato después, y arruinada ya la mañana del domingo, termina
por fin aquella soporífera sucesión de imágenes de baja
definición, aquel viaje atrás en el tiempo en el que nunca debí
dejarme embarcar.
“¡Pero
cuánto mal está haciendo esta perniciosa moda retro-ochentera
a
la sociedad!”, me lamento de camino a casa, acelerando el paso para
no perderme el comienzo de El
Coche Fantástico
en la tele.
4 comentarios:
Sin ánimo de ofender a mi idolatrado Dandochepazos, creo que el mítico Sean Kelly es el verdadero crack ciclista de los 80. Su hierático rostro de cliente habitual de las tabernas irlandesas le confería un encanto especial. Nada que ver con esos trepapuertos de tres al cuarto que solo sabían pedalear cuando la carretera se ponía cuesta arriba.
Ningún mérito le resta, a mi leal saber y entender, que no ganara ningún Tour, pues ahí tenemos a Armstrong con ocho en su haber y más dopado que Pocholo en un after de Ibiza.
Y eso que los 80 no son nada para mí en comparación con la década de los 70, a pesar de que apenas viví en esa década o precisamente por eso, que uno nunca sabe.
Con Dios.
Buenas, Ceutí. Recuerdo bien a Kelly, y es cierto que tenía un careto como para andarse con pocas bromas. A Armstrong, que le quiten lo 'bailao': estuvo años beneficiándose a Sheryl Crow y meando en la calva a los Ullrich, Beloki y compañía, que me da a mi que también iban bastante bien servidos. ¿Quién será el próximo aprendiz de boticario al que pillarán con el carrito del 'helao' y con con un kit completo del 'Quimicefa' en la mochila?
Gran relato compañero, si los ochentas, ahora parece q fueron la leche -reconozco q soy de esos coñazos q lleva una bici clásica con calapies, peligrosísimos, en esas marchas como la Monreal ó Pedals de Clips, q llevo una gorra Campagnolo para ir por la calle y manejo un look pseudo vintage pero sin pijerias- Álvaro Pino, bueno, para mi Bahamontes en el Tour, Poblet en la Milan-San Remo y Paris-Roubaix, dos veces segundo, Ocaña ante Mercx, Arroyo, Delgado, Cabestany y todo lo q vino después, Fuertes y Etxave en el Tour y tantas otras machadas... Fuentes hasta Indurain, hay algo de torero en aquellos años hasta q el Extraterrestre ganara 5 Tours... Los putos ochentas sin embargo, tengo 46 años, pasé de los 15 años a los 25, vamos unos años claves en la vida de cualquier ser humano. Salir de la EGB para ir a la FP, todo un cambio, entrenar atletismo durante 6 años, mi primer trabajo y entrar a la cadena de montaje en SEAT durante 3 años para a los 90´entrar en la función pública y mis comienzos en la bicicleta. Lo siento Chepazo´s para mi fué una gran época eso si, no me comía una mierda ligando, mi primer trabajo era otra puta mierda, pero vivía con mis padres, lo tenía todo hecho y solo me preocupaba de mi y de colmar mis neuronas. Escuchaba a Pink Floyd para hacerme el interesante y iba de cineasta intelectual para comerme algo con las chicas progres... para mí si fué una época irrepetible y teníamos a Boney M, un negraco con tres pavas de gira por ahí... el PUTO AMO!!!! (UN abrazo)
Hola, Tusinu. Bienvenido al blog. He de confesar que el que esto escribe es un orgulloso usuario de un Casio digital, aunque no data de la era ochentera, sino que es una replica adquirida hace un par de años en los chinos por nueve euros. También posee el autor de este blog --que tuvo a bien venir al mundo en 1978-- la manía de coleccionar consolas antiguas, como la Nintendo Nes o la Atari, que a buen seguro recordará usted de aquella época. Así que, en realidad, el artículo pretendía ser una especie de autocrítica, pues he de reconocer que yo también me he dejado llevar un poco por esta moda retro-ochentera. Un saludo y gracias por el comentario.
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