lunes, 17 de septiembre de 2012

'Emboscada' pasiega


 Mermelada, barritas energéticas, chocolate, plátanos... ¡Qué asco! Encima, a las cinco de la mañana. Cuan mejor entraría ahora un huevo frito con chorizo o un sandwich de salchichón y queso. Sin embargo, el recuerdo de incontables pájaras causadas por unos hábitos alimenticios descabellados, incluso para el más novato de los bicicleteros, había empezado a calar en su conciencia. Así, mal que bien, y para ocasiones como ésta, había reconducido sus desayunos y merendolas hacía unos parámetros más racionales y energéticos.

Monumento a la vaca pasiega, en Collao Espina.
   Ingerido está ya el empalagoso menú, y llena la mochila con sus ropajes de globero. Entre estos últimos destaca un flamante casco Spyuk, regalo de una entidad financiera, que contrasta con un cullote Etxeondo ya en el ocaso de su trayectoria. El compañero Dandochepazos arranca el Megane del 97 y pone rumbo hacia la vecina Cantabria, donde le aguarda el Collao Espina o Alto de Los Machucos, entre las localidades de San Roque de Riomera y Bustablado, en plena comarca pasiega.

   Mucha vaca, lugareños en burro dirigiéndose a sus quehaceres y rampas duras, muchas. Eso es lo que se encontró nuestro amigo, que armado con su triple plato, se enfrentó a este titán del Cantábrico por ambas vertientes. Como puede comprobarse en las altimetrías que circulan por ahí, la subida desde Bustablado es bastante más complicada y larga, pues en nueve kilómetros se superan más de 900 metros de altitud y existen varias zonas con rampas por encima del veinte por ciento de desnivel. Afortunadamente, el estado del firme es muy bueno.

   Hasta ahí, todo según lo previsto. La sorpresa llegó cuando, en el último kilómetro de descenso de vuelta a Bustablado,  Dandochepazos decidió coger un desvío hacia la izquierda en lugar de dirigirse directamente hacia la plaza del pueblo. El desvío no está señalizado, pero se encuentra tomando a la izquierda, justo después de una fuerte rampa ascendente,si estamos bajando desde Collao Espina. Quien suba desde el pueblo se encontrará esta opción a la derecha, justo antes de la citada rampa, que en este caso sería descendente.

Trazado de la subida.
   Creo que ya he comentado en alguna ocasión que el camarada Dandochepazos no dispone de elementos de medición de altitud o de desnivel. Sea por su austeridad --es un poco rata--,  por sus limitados ingresos o por ambas cosas, este verano desechó la posibilidad de adquirir un dispositivo que incluyera tales funciones, decantándose por un sencillo ciclocomputador con medición de cadencia y ritmo cardíaco.

   Por ese motivo, no tuvo la oportunidad de medir el desnivel que se supera en los casi dos kilómetros de ascenso que se realizan por esta carretera, que desemboca en una pista pedregosa. Sin embargo, el dolor de  piernas  y el revolucionado sistema cardiovascular, junto con el imponente aspecto que mostraban las rampas, hacían que durante su lento ascenso rondaran por su cabeza cifras cercanas a un desnivel medio del once por ciento y picos de hasta el 20 por ciento.

   El socorrido recurso al asesoramiento de los lugareños para ocasiones en las que, como ésta, se carece de toda referencia sobre el camino que seguimos, no tuvo buenos resultados para el interesado. Cuando apenas llevaba 500 metros de subida, y sorprendido por la extremada dureza de esta emboscada pasiega, el cicloturista preguntó jadeante: "¿Queda mucho?". "No. Queda lo peor, pero ya acaba". El "queda lo peor" era verdad. La segunda parte de la oración, en apariencia alentadora, significaba que aún aguardaba por delante un kilómetro y medio, más de la mitad de la ascensión.

No hay comentarios: