miércoles, 20 de marzo de 2013

Bilbao-Bilbao 2013. Esperanzas, trofeos y un estercolero

   -Menuda engañifa; ¿y a esto lo llaman trofeo? ¡Hay que tener valor! ­-se lamenta Dandochepazos mientras comprueba el contenido de la cajita de cartón que le han entregado al cruzar la línea de meta. El objeto es una especie de pedrusco artificial de material compactado, con un tosco diseño en forma de 'B' y un insulso acabado en gris. “Todos los participantes recibirán un bonito premio expresamente realizado para este acontecimiento.”  Al final, la sugerente promesa de la web de aquella marcha se ha quedado en una birria de escultura, que para colmo está llena de publicidad de los patrocinadores.
El espantoso piedrolo no cumple los estándares de calidad
requeridos para lucir en una estantería. (foto:Bilbao-Bilbao.com)

   ­-¡Hala, a la basura que va! ­-Dandochepazos levanta la tapa de un contenedor y arroja aquella cosa en su interior. El trofeo de la Bilbao-Bilbao 2013 cae a plomo y golpea con estrépito el fondo del depósito de residuos. El becario, su compañero de ruta y de penurias laborales, se lo piensa un poco más; aunque finalmente decide hacer lo mismo que su antiguo mentor y se desprende también de aquel cachivache. La verdad es que el piedrolo, con sus formas anodinas y su propaganda institucional, no puede resultar más horrible.

   Unas horas antes, los dos reporterillos habían iniciado la prueba con la vista puesta en los nubarrones que se cernían sobre la capital vizcaína. Sin embargo, en los primeros kilómetros del recorrido, la lluvia y el frío no es el único motivo de preocupación para El Becario. Después de muchos meses de remoloneo y con pocos kilómetros en las piernas, el miedo a no dar la talla en las rampas de Morga ­-el único punto del recorrido con una cierta dificultad­- llena de inquietud al joven globero.

   Esta falta de confianza contrasta con la arrogancia de un Dandochepazos que, tras sus melindres del año anterior, ahora se cree el amo de la carretera y quiere imponer su ley en el pelotón cicloturista. No en vano, lleva varios meses machacándose como una fiera en el rodillo. Además, esa misma mañana, con la excusa de su alergia crónica y de unos supuestos síntomas de asma, se ha metido diez miligramos de Dacortin con el desayuno, por si acaso.

   ­-Es que tenía los bronquios un poco cerrados, y una pequeña dosis de corticoides nunca viene mal ­-se excusa el muy hipócrita, que luego es el primero en rajar contra Eufemiano y compañía por sus  triquiñuelas farmacológicas.

El itinerario no tiene secretos para quien, litrona en mano, se ha recorrido
las fiestas patronales de toda Bizkaia, (Imagen:Bilbao-Bilbao.com)
   Los kilómetros pasan despacio entre playas y montes, tractores y vacas. Getxo, Sopelana, Urduliz... Pueblos que mi camarada conoce bien de sus correrías juveniles; lugares que evocan noches de verbenas y calimocho al por mayor.

   Sobre sus monturas, los componentes de aquel dúo de juntaletras avanzan tranquilos, tratando de sobrellevar de la mejor manera posible los esporádicos chaparrones con los que la meteorología vizcaína saluda a los partipantes del evento. Como es habitual en él, Dandochepazos no pierde la oportunidad de criticar a todo aquel que se pone a tiro. Que si menudo pringado ése de la Cannondale; que si el del maillot Castelli no anda ni pa´ tras; que a ver qué se han creído los del club ése, y que si mira que hay que ser imbécil para llevar ruedas de perfil alto a una prueba como aquella. Vamos, haciendo amigos, como siempre.

   ­-¡Pero baja la voz, hombre de Dios ­-le advierte su exdiscípulo en un momento dado, temeroso de que el grupo de triatletas contra el que su coéquipier despotrica en ese mismo instante oiga sus improperios y acabe propinándoles una paliza. 

   Pese al bocazas de mi socio de blog, ambos logran llegar con bien al avituallamiento de mitad de recorrido. El Becario, no obstante,  decide entonces emular a su cafre compinche, y ejecuta una peligrosa maniobra sin motivo aparente. Su brusco cambio de trayectoria, que a punto está de costarles un disgusto a varios cicloturistas que circulan por detrás, lo lleva de un lado a otro de la calzada, de forma que acaba accediendo a la zona de aprovisionamiento por el extremo opuesto al de mi amigo. Las razones de su imprudente conducta quedan pronto al descubierto, pues en esa parte de la explanada, la entrega de bolsas de comida corre a cargo de una sonriente muchacha. Mientras, al otro lado del área de abastecimiento, su colega se ha de conformar con la displicente actitud de un voluntario mal afeitado, que molesto por la lluvia, despacha chocolatinas y agua como quien pone multas de tráfico.

   El refrigerio no es gran cosa; apenas un par de barritas de cereales, una especie de galleta con chocolate y un diminuto botellín de agua mineral. Así que ambos infelices acaban pronto con las viandas y aprovechan el descanso para ojear las imponentes máquinas de los más opulentos integrantes de la comitiva ciclista.  
La BH de aluminio descansa en la zona de avituallamiento, mientras su
propietario echa el ojo a las bicis de los participantes más pudientes.

   Entre fantasías cicloturistas, chascarrillos varios y lamentaciones de mileurista hipotecado, llegan como quien no quiere la cosa al pie del puerto de Morga, una subidilla de tercera categoría sin demasiado misterio. Sin embargo, sus escasos tramos duros, con desniveles de hasta el nueve por ciento, no tardan en poner a prueba la capacidad de sufrimiento de El Becario, que se retuerce sobre su bicicleta de carbono chino de estraperlo. Víctima de sus sedentarios hábitos de vida y de los exagerados desarrollos que lleva montados en su ilícita montura, acaba resignándose a dar vía libre a su acompañante para que suba a su ritmo.

   -Anda, tira pa´lante; que yo voy clavado.

   Dandochepazos, que ya lleva varios kilómetros con ganas de probarse, no se lo piensa dos veces. “Esta es la mía”, se dice, al tiempo que en un alarde de suficiencia, baja un piñón y hace un fuerte cambio de ritmo. Pronto empieza a superar a un buen número de cicloturistas, si bien es cierto que la mayor parte de ellos no pertenecen precisamente a la élite de este mundillo. Personas de edad avanzada, chavales con sobrepeso, bikers con mastodónticas máquinas de doble suspensión… Todos ellos sucumben ante la frenética marcha del escalador de chaleco reflectante y escarpines de neopreno, que apura los últimos metros de la tachuela a más de 180 pulsaciones por minuto.

SE VA POR EL BARRANQUILLO

   Pero su soltura en el ascenso se torna en incompetencia a la hora de enfrentarse a una bajada revirada y con el firme mojado. Además, a su habitual torpeza en lo que a trazar curvas se refiere, se le añaden los problemas de visibilidad causados por los goterones de lluvia que se acumulan en sus gafas de miope. Por si fuera poco, al muy necio no se le había ocurrido otra cosa mejor que dedicar la víspera de aquella marcha a hacer el cabra por las pistas del Ventoso, en las que había sometido a su bicicleta de carretera a una sesión de ciclocross a base de barro y nieve. Como no podía ser de otra forma, las zapatas de los frenos se habían resentido de semejante maltrato, y en el descenso de Morga, tiene que emplearse a fondo con sus manetas Tiagra para no irse por el barranquillo.

Las esperanzas infundadas y los obsequios de baja calidad
suelen acabar en el vertedero. (foto: wikipedia.org)
   No pasa demasiado tiempo hasta que El Becario, con su negra flaca cortando el aire como una flecha, le sobrepasa a toda velocidad. Sabedor de sus limitaciones, Dandochepazos ni siquiera intenta seguir su rueda.

   Reagrupados ya en las inmediaciones de Larrabetzu, los dos globeros se disponen a cubrir la última parte del itinerario, que discurre por peligrosas carreteras, polígonos industriales y núcleos urbanos en decadencia.

   Empapados y en el furgón de cola de la marcha, desembocan por fin en la Gran Vía, donde cruzan la línea de meta al borde del horario límite fijado por la organización. La cajita de cartón que reciben en reconocimiento al esfuerzo realizado es todo un detalle. Lamentablemente, el paquete y su contenido están destinados a acabar en el estercolero; como las esperanzas de Dandochepazos de terminar la prueba en los puestos de cabeza.

7 comentarios:

Yeyu Golobariano dijo...

Cierto es que el trofeo no es nada del otro mundo, pero bien colocado en un altillo del mueble de la sala, no se ve la publicidad y da el pego.
Será que era mi primera Marcha Cicloturista, que era la primera vez que circulaba con tanto ciclista alrededor, será que la cafeína del refreso del avituallamiento me sentó fenomenal, será el tinte épico que le dió la lluvia al tramo final.... fuera como fuese, la XXV Bilbao-Bilbao me quedará como un buen recuerdo.
Y un consejo a Dandochepazos: no te tortures. No mires las bicicletas de gama alta-superior.... Total, solo te llevarás un mal rato. Además, el club del Aluminio con 105 no está tan mal.
Un saludo. Ciao.

A.M.Y.P. dijo...

Hola, Yeyu. Me alegro de que disfrutaras recorriendo las carreteras vizcaínas, tierra natal del inefable Dandochepazos. Por cierto, no había caído en el truco ese del altillo; podía haber sido un buen recurso para rellenar la desangelada estantería de mi camarada, en la que no hay más que figurillas de dudoso gusto y libracos que no ha leído ni leerá nunca. Un saludo y que usted lo ruede bien.

Anónimo dijo...

¿Por qué cada vez que se acerca la Bilbao-Bilbao la climatología se vuelve adversa? No me inscribí sabiendo lo que venía para el domingo y mira que había inspeccionado el recorrido las semanas anteriores.

La verdad es que bajar Morga hacia Larrabetzu es una gozada. Yo, que soy un Zülle bajando, suelo emprender ese descenso imitando la postura del Loco De Los Pirineos.

La verdad, me arrepiento de no haber compartido pelotón con un ídolo como Dandochepazos.

Un saludo y Rock'n Roll

Ciclobilly

A.M.Y.P. dijo...

Buenas, Ciclobilly. Lo cierto es que últimamente no hay, por estas latitudes, ni un triste fin de semana que salga medio decente. Siento que no te animaras a participar, pero no te creas que te perdiste gran cosa por no compartir ruta con Dandochepazos; es mala persona, peor ciclista y marrullero como pocos. Saludos, cerveza y sucio rock&roll.

almarhe dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Pero hombre, como cometes semejante sacriligio de tirar el trofeo al contenedor. Que herencia le vas ha dejar a tus nietos de tus hazañas ciclistas

A.M.Y.P. dijo...

Saludos, Almarhe y Anónimo --no sé si sois la misma 'persona humana'--. Dandochepazos es así de miserable, no sabe agradecer un detalle como el de dar un trofeo a todos los participantes, incluidos los 'globeros' como él que llegaron con el coche escoba pisándoles los talones. Gracias por el comentario.