sábado, 27 de octubre de 2012

Excusas absurdas y percances improbables. Justificaciones de un 'paquete' para una temporada mediocre

   Yo no creo que sea para tirar cohetes ni para hacer grandes alharacas; pero oyendo a Dandochepazos, pareciera que ha sido el Bradley Wiggins de la temporada cicloturista. A falta de premios que acrediten sus supuestas gestas, me muestra unos cuantos diplomas, un maillot y no sé cuántos objetos promocionales de las marchas en las que ha participado.

   -Estoy pensando en comprarme una vitrina de segunda mano en el 'Cash-Converters' para ir colocando estos recuerdos ­-me comenta, sin despegar los ojos de sus preciadas reliquias.

   -No sé. ¿No crees que va a quedar un poco cutre? ­-le respondo, a la vista de aquella variopinta colección de dorsales arrugados, botellines con publicidad institucional y demás elementos de merchandising barato­-. Quizás si hubiera algún trofeo, la cosa quedaría un poco más vistosa, ¿no?

A falta de trofeos, buenos son dorsales, pegatinas y
botellines promocionales.
   ¡En mala hora salieron aquellas palabras de mi boca! Dandochepazos, herido en su orgullo, inicia entonces un largo alegato exculpatorio, repasando de forma pormenorizada la sucesión de percances y circunstancias adversas que impidieron que su buen rendimiento deportivo se viera reflejado en los resultados finales de las pruebas en las que había participado.

   Fiel a su tendencia a la exageración, convierte cualquier insignificancia en el mayor de los contratiempos; y toda nimiedad alcanza en su relato dimensiones de tragedia. Problemas de visibilidad por una visera que ­-¡será pardillo!­- no había retirado del casco, una mala elección de prendas de abrigo, unos geles energéticos olvidados en la guantera del 'Megane'...

   Cualquier excusa es buena; todo vale para alimentar el discurso autocompadeciente de mi amigo. Inmerso en un camino sin retorno, en una espiral de pretextos absurdos, Dandochepazos se saca de la manga una historia sobre un extraño incidente que, supuestamente, sufrió en la IratiXtrem.

   Pretende hacerme creer que en el transcurso de la marcha, se le habían aflojado los tornillos de sujeción de la transmisión delantera, de forma que algunos se habían desprendido sin que pudiera recuperarlos. Según dice, un mecánico de la organización tuvo que hacerle un apaño a la mitad de la subida al puerto de Errozate, porque llevaba los platos prácticamente sueltos. ¡Pero qué barbaridad! Éste ya no sabe qué inventarse.

   -Tuve que terminar el recorrido con los platos sujetos entre sí con bridas de plástico ­-asegura mi camarada, quien, al parecer, me cree capaz de tragarme cualquiera de sus trolas.

   -Claro, claro. Es una avería de lo más normal­- le digo, fracasando en mi intento de resultar ingenioso y mordaz.

Entre globeros no hay tregua ni piedad.
   Indignado ante mi incredulidad, manifiesta que dispone de testigos presenciales y que su versión puede ser corroborada por el mecánico y un motorista de la organización. Alude también a una factura y a no sé qué pruebas documentales, en una pose pseudojurídica que empieza ya a resultar cargante.

   -Que sí, que sí. Mira, yo me voy a ir yendo...   -Aquella conversación no lleva a ninguna parte y no estoy dispuesto a seguir escuchando cómo Dandochepazos se enreda en sus ridículas mentiras.

   Ese mismo día, mientras me encuentro inmerso en el rutinario y desalentador recuento de las    ­-exiguas­- visitas al blog, recibo un correo electrónico de mi colega con un archivo adjunto. Es un tique de compra escaneado: “Maestre Bikes Vitoria, S.L. Instalación tornillos transmisión delantera”.

   La fecha es de unos días después de la celebración de la IratiXtrem. ¿Y si aquella descabellada historia era cierta? ¿Y si, a pesar de su nula apariencia de veracidad y de la poca credibilidad del embustero Dandochepazos, todo era verdad?

   Pues efectivamente, posteriores indagaciones me han llevado a comprobar que, sin que sirva de precedente, mi colega no había desbarrado en aquella ocasión. El extraño percance se había producido en realidad, a pesar de que no parecía sino uno más de sus dislates. Bueno, lo mismo da. Nada cambia el hecho de que este tío es un auténtico paquete. 

lunes, 22 de octubre de 2012

'Bici que veo, chapa que te meto. Los peligros de la sobreinformación'


   Últimamente, el amigo Dandochepazos se nos ha subido a la parra. Anda muy ufano, exhibiendo a la mínima ocasión sus supuestos conocimientos sobre materiales, geometrías y componentes. Bicicleta que se encuentra a su paso, chapa que te mete. Escaparate que ve o catálogo que cae en sus manos, tabarra que te casca.

   ¡Qué más da que nadie le haya preguntado al respecto! Allí está él para compartir su erudición con el incauto que ose adentrarse en el radio de acción de sus tediosas conferencias. Me duele decir estas cosas, la verdad; porque le tengo aprecio. ¿Pero es que no se da cuenta de que a nadie interesan sus opiniones sobre las ventajas de los cuadros asimétricos o los beneficios de la implantación del estándar 'BB30' en los ejes pedalier?

¿Ni papa de inglés? Con un diccionario de este
 calibre  las 200 páginas de 'Cycling Plus' se te pasarán volando. 
   La puntilla llegó el otro día, cuando va y me sale con no se qué dilema entre el titanio y el carbono. La rigidez, la resistencia a la fractura, la fatiga de materiales, la absorción de las vibraciones... Estas y otras cuestiones parecidas parecían tenerlo muy preocupado.

   -¿No crees que es una disyuntiva difícil? ¿Acaso no son ambos materiales idóneos para el cicloturista?­-, me pregunta, abrumado por la incertidumbre. ¡Pero qué disyuntiva ni qué coño! Si es un mileurista pelao y con hipoteca.

   - Mira, chaval; yo tiraría un par de años más con la BH, que la cosa está muy malamente...­-, le aconsejo, tratando de que entre en razón.

   - Sí, la verdad es que anda jodido el tema. Pero estoy manejando un presupuesto de unos 2.500 euros para pillarme una 'Enigma Eclipse' de titanio o una buena bici de carbono. No sé qué hacer.

   Todo aquello era muy extraño. ¿Cómo se había convertido el otrora desinformado globero en todo un experto en aleaciones, transferencias de potencia y desarrollos? ¿Cómo había pasado el austero Dandochepazos, asiduo de las liquidaciones y promociones del 'Lidl', a proyectar tamaños dispendios?

   Escamado por aquel misterio, no dudé en entrevistarme con la mujer de mi amigo, con el propósito de identificar el origen de su metamorfosis. Mis pesquisas no resultaron baldías. Parece ser que, en los últimos tiempos, Dandochepazos se había aficionado a una revista británica de cicloturismo.

   Con sus rudimentarios conocimientos de inglés, pertrechado con un diccionario 'Oxford' de hojas desgajadas y exprimiendo al límite su sesera, se sumergía a diario en las páginas de aquella publicación, por la que le clavaban seis euros y medio el ejemplar.

Absténganse mileuristas con hipoteca. (Foto www.enigmabikes.com)
   Estaba claro que aquel exótico magacine, con sus análisis técnicos, comparativas y terminología especializada, estaba cortocircuitando la mente de mi amigo, con un exceso de información que su cerebro, poco dotado para tan complicadas materias y que no estaba habituado a aquella lengua, no podía procesar.

   ¿Podrían ser sus largas peroratas una vía de escape para aquella sobredosis de datos? ¿Sería aquél un un intento inconsciente de mi amigo por evitar el colapso mental? ¿Acaso eran sus ansias consumistas el síntoma de un intelecto en riesgo de extravío?

   En todo caso, era evidente que aquellas lecturas ciclistas, cual novelas de caballerías al ilustre y demente hidalgo manchego, estaban causando algún que otro desequilibrio a mi amarada. Así pues, aprovechando su ausencia y con el beneplácito de su esposa, procedí al decomiso del peligroso material periodístico.

   Me he cuidado muy mucho de poner las revistas fuera del alcance de Dandochepazos, sobre quien tan nefasta influencia ejercen. En aras a la integridad de mi amigo, he decidido asumir un riesgo importante, al ponerlas a buen recaudo en mi estantería ­-donde tan bien lucen, por cierto­-.


   Pero este resentido personaje, lejos de mostrar gratitud hacia quien por su salud se preocupa, se dedica ahora a amenazarme y difamarme a troche y moche, acusándome de mangante por redes sociales y foros de ciclismo. Que Dios lo perdone.

miércoles, 17 de octubre de 2012

'Operación Tarmac'. Demenciales maquinaciones para robar una bici profesional


   Una vez más, se le estaba yendo la olla. Es verdad que, quien más quien menos, muchos habrán fantaseado con ello alguna vez; pero él amenazaba con hacerlo de verdad. “¡Esto se va a acabar! ¡Ya está bien de aluminio o de carbono de baratillo; de componentes de gama media; de tanta mediocridad!” Dandochepazos estaba decidido. Quería dar el gran golpe: mangar la bicicleta a un corredor profesional en alguna salida de etapa.

   El reciente paso de la Vuelta a España por Euskadi y el Mundial de Triathlon de larga distancia celebrado el pasado verano en Vitoria habían despertado su codicia. Aquellas máquinas perfectas, con cuadros ultraligeros, grupos tope-gama y ruedas con perfiles espectaculares habían despertado su lado oscuro

Tales visiones nublan el buen sentido de Dandochepazos. (Foto Specialized)
   Yo sabía que aquellas delictivas maquinaciones no pasaban de ser una fantochada más de Dandochepazos, tan proclive a dejarse llevar por arrebatos que luego acababan en la nada. Era, además, un poco cobarde y demasiado inconstante como para enfrentarse a tamaña empresa. Dí, pues, carrete a sus ensoñaciones, dejando que siguiera hablando mientras dábamos cuenta de las reservas de 'Mahou Clásica' de su frigorífico.

   ¡Menudo cúmulo de despropósitos! Ideas ridículas y estratagemas descabelladas salían de su mente una tras otra, en un lamentable intento de articular un plan que le permitiera hacerse con una 'S-Works Tarmac' o una 'Look 695'. Que si su hermano era cinturón negro de judo y podía reducir a quien custodiara el material; que si disfrazarse de inspector de la UCI para poder llevarse una bici a una supuesta revisión; que si pasar por ahí con su BH y dar el cambiazo...

   La coherencia y el equilibrio brillaban por su ausencia en la matraca con la que me estaba regalando mi camarada. Además, la cosa empeoraba por momentos, por obra y gracia de las latas de cerveza que, ya vacías, iban amontonándose sobre la mesa de la sala.

   Aquello estaba empezando a resultar cargante y mi paciencia no daba más de sí. Además, para aquellas alturas ninguno de nosotros iba bien del todo. Se avecinaba una estúpida discusión de borrachos.

Es un querer y no poder. (Foto Look)
   “Venga, deja ya de decir chorradas; eso no te lo crees ni tú”, le espeté, aburrido ya de sus
sandeces. Ofendido, me dijo que era un mal amigo y que ya estaba harto de que le hiciera quedar como un pirado al contar sus andanzas en mi blog. “Es lo que hay”, le respondí, recordándole a continuación que mis artículos se ceñían escrupulosamente a la verdad y que no era mi culpa que él fuera un friqui.

   La discusión siguió por similares derroteros durante un rato, hasta que finalmente regresó la cordura a nuestras mentes. Olvidados ya los reproches, Dandochepazos reconoció que, en su fuero interno, nunca llegó a pensar en serio en atentar contra la propiedad ajena; que él es un ciudadano muy respetuoso con el ordenamiento jurídico vigente y con la Ley de Dios.

   “¡Y ahora vas y lo cascas en la mierda de tu blog!”, me gritó desde el balcón cuando me disponía a cruzar la calle tras salir de su portal. Dicho y hecho.


jueves, 11 de octubre de 2012

'Mad Max'. Cicloturismo de chatarra y desolación


   Es lo que tiene. Al final, tanta peli de 'Mad Max', tanta novela de Baroja y tantas canciones de 'Burning' nada bueno podían traer. La influenciable mente de nuestro amigo Dandochepazos se había ido dejando seducir, poco a poco, por los escenarios apocalípticos, la literatura de los bajos fondos y el rocanrrol barriobajero.

Decadencia urbano-rural en Zalla (Bizkaia).
   No es de extrañar, pues, que en sus incursiones cicloturistas por carreteras de montaña y pistas forestales de hormigón, el entrañable protagonista de este blog, de cuyas peripecias soy mero cronista, se deleite en la observación de los parajes de desolación y ruina que en ocasiones pueden encontrarse entre bosques y montañas.

   Me cuenta que donde esté una buena chatarrería, que se quite una cascada natural; que más le atrae una mina abandonada que un arco irís sobre el valle; que un Land-Rover oxidado e invadido por la maleza le resulta más conmovedor que un aburrido roble o unas flores silvestres. Y ¡qué decir de un cuartel militar en ruinas en plena montaña! ¿Acaso puede el ser humano asistir a visión más placentera?

   Parece que esta extraña propensión por la herrumbre, por la decrepitud post-industrial, empezó a manifestarse en Dandochepazos ya desde niño, puede que por influencia de los contaminados efluvios entre los que discurrió su infancia en Barakaldo (Bizkaia).

Tropas enemigas campan a sus anchas en el cuartel de Picón Blanco (Burgos) 
   Aún permanece muy vivo en su memoria el recuerdo de una salida en bici con su padre por los alrededores de Barakaldo y Sestao. El pequeño Dandochepazos, sobre su fiel 'Orbea Altube'; su padre, a lomos de una 'Torrot' de paseo y ocho velocidades.

Serían mediados de la década de 1980 –digo yo-- y la Margen Izquierda de Bizkaia se encontraba ya inmersa en su larga agonía industrial. Chimeneas, talleres cerrados, barracones con los cristales rotos, verjas oxidadas... El niño-ciclista no reparaba en la triste realidad que se escondía tras todo aquello y se limitaba a disfrutar del sobrecogedor espectáculo.

   Han pasado muchos años desde entonces, para que nos vamos a engañar. Pero sobre su bici, en la soledad de la carretera, Dandochepazos sigue rastreando a veces la pista de edificios en ruinas, antiguas máquinas y chatarras de toda índole que surgen a su paso. Dice que se siente como una especie de 'Mad Max', pero en bicicleta. No está bien este chico; no está bien.  

jueves, 4 de octubre de 2012

Un niño esmirriado, una 'Orbea Altube' y un accesorio grotesco

   La verdad es que en aquella ocasión el padre del pequeño Dandochepazos no se había esmerado demasiado. Un trozo de espuma marrón atado con una cuerda de enfardar fue la solución ingeniada para que aquel niño, al que por su escasa estatura algunos llamaban 'Plantavit' --un fertilizante para favorecer el crecimiento de las plantas que se hizo muy popular a mediados de la década de 1980--, no se quedara con el culo cuadrado sobre el sillín de plástico duro de la 'Orbea Altube' que le acababan de regalar.

   No es la intención de Dandochepazos dejar en mal lugar a su progenitor, por lo general bastante habilidoso y de inteligencia despierta. Sin embargo, bien puede decirse, sin faltar a la verdad, que aquella fue una auténtica chapuza. Imagino que en aquella época no existirían las actuales fundas de gel para sillines, pero la reluciente bicicleta infantil de carreras --de acero, acabado en gris brillante y cambio 'Simplex' de cuatro  velocidades-- no se merecía tamaña cutrez.

   Después de un tiempo, llegó el momento en el que nuestro esmirriado infante dijo basta y despojó a su Orbea de aquel grotesco accesorio. Sobre aquella bicicleta conoció por primera vez la agonía en subidas como el Alto de Avellaneda (Bizkaia), en cuya cima casi se desploma en una ocasión, desfallecido, después de una carrera contra su hermano mayor y su 'Orbea Sierra Nevada' de ocho velocidades.

   Ya con rastrales, 'maillot' y 'cullote' de algodón, y un botellín con el logotipo de 'Campagnolo' pero que en realidad era de otra marca --creo que también 'Simplex'--, el bueno de Dandochepazos se las daba de profesional, apretando en las subidas en un intento de emular a su primer ídolo ciclista: Álvaro Pino

   Hubo quien, viéndole subir y bajar por la accidentada orografía de su pueblo de veraneo, le aconsejó apuntarse en las categorías infantiles de algún club ciclista, indicándole que este deporte se adecuaba más a su raquítica constitución que el baloncesto. No recuerda muy bien por qué, pero no atendió a las sugerencias de aquel apreciado mentor, al que aún hoy recuerda con cariño, y se decantó por el 'minibasket'.

   Como le había augurado su amigo y consejero, su trayectoria en el baloncesto federado fue para olvidar. Aún recuerda el comentario de un conocido de la familia que, tras verle jugar en un partido de sus inicios, no se anduvo por las ramas: "Eres peor que pegar a un padre". Creo que fue la primera ocasión en la que escuchó esta frase hecha, tan constructiva y motivante. ¿Acaso hubiese sido más decorosa su carrera como ciclista infantil? Eso es algo que Dandochepazos nunca sabrá, aunque no se hace demasiadas ilusiones.